Desde la primera mitad del siglo XVI se fabrica en Granada, principalmente en el Albayzín, un tipo de loza de corte popular que a lo largo del tiempo ha suscitado un amplio interés, hasta el punto de que cualquiera de sus humildes recipientes de barro vidriado puede ser considerado como una de las señas de identidad cultural de la ciudad.
Sus orígenes hay que buscarlos en la evolución que sufren las cerámicas fabricadas junto a la Alhambra después del sometimiento de Granada a las armas castellanas. La nueva situación social de la ciudad determina la desaparición de unas formas y el mantenimiento o la creación de otras nuevas. El azul que formando pareja con el reflejo metálico es propio de las lozas nazaríes, salta de los recipientes áulicos a los productos populares; las decoraciones -naturalistas y abigarradas- se mantienen, de manera análoga a las técnicas de fabricación que no han desaparecido hasta los años ochenta del siglo XX.
Esta cerámica, manifestación de un arte popular típicamente granadino, durante siglos no tuvo una denominación específica hasta que comenzó a llamarse de Fajalauza al menos desde 1841, porque en la puerta de Granada del mismo nombre estaban los principales alfares.
Los Alfares. El origen de la cerámica popular granadina
Entre los veinticinco alamines de los distintos gremios que aparecen reflejados en una Real Cédula fechada en 1492, sólo figuran los “olleros” como profesionales que trabajan el barro. En ese siglo y en los siguientes, ollero y alfarero serán términos semejantes, si bien el primero se emplea más, al ser un término castellano, mientras que alfarero es una palabra derivada del árabe. La palabra “ceramista” es de moderna acuñación y aparece por primera vez en un padrón municipal de 1923.
Los alfareros que continuaron trabajando el barro después de 1492 son, naturalmente, moriscos como demuestran los nombres que aparecen de una relación de olleros granadinos del siglo XVI: Alonso Alaconí, Martin de Abdary, Francisco el Guadixí, Juan el Valencí, etc. Precisamente en ese inventario aparece un nombre destacable: Hernando Morales, sin duda uno de los miembros más antiguos de la dinastía más ilustre de alfareros y ceramistas granadinos, cuyos actuales representantes siguen afanados en la misma tarea que su lejano antepasado. Hasta el año 1975, esta familia ha aportado 67 miembros a la labor ceramista. Otros patronímicos relevantes son los Alonso de Torres, los Barajas, los Puertollano, etc.
En el momento actual, todavía se mantienen los alfares de Fajalauza en el Albacín, tanto el de Cecilio Morales Moreno como el de Miguel Morales Moreno.
Las tierras para la producción del barro que han manejado los artesanos granadinos han sido siempre de gran calidad y procedentes de yacimientos cercanos a los centros de trabajo. Si bien el Ayuntamiento, en 1618, recomienda “…hacer ollas y vidriado del barro procedente de la tierra que hay junto a los Mártires por ser mejor y no de ningún otro…”, las arcillas se han extraído durante siglos, entre otras, de las canteras del río Beiro, barranco de las cuevas de Rabé, camino viejo de El Fargue y cortijo de los Arquillos. Se emplea siempre una mezcla de dos arcillas.
La tierra del Beiro da un barro fuerte, muy plástico y que se tornea muy bien; su inconveniente es que cuando se seca presenta una gran contracción que raja la pieza. La tierra de El Fargue, por el contrario, da un barro suave, poco plástico, que es malo para la rueda, pues se viene abajo, pero que al secarse no se agrieta. Normalmente hay que mezclar los dos tipos de tierras en una proporción que permita las condiciones óptimas de torneado y de cocción.
Las cerámicas de fajalauza son, tal vez, las piezas artesanas más típicas de la ciudad.
Los orígenes de esta cerámica se remontan al siglo XVI como continuidad de la cerámica de fabricación musulmana.
Desde entonces pocos cambios han experimentado, ni en su técnica ni en los temas y formas tradicionales que adopta. Su nombre proviene de los alfares y hornos existentes junto a la Puerta de Fajalauza en el Albayzín.
El rasgo más característico de esta cerámica son los personales dibujos que incorpora en colores azul, verde y morado. Pájaros, flores, ramajes y granadas pintadas a trazos muy simples son los temas que aparecen representados en esta cerámica que tanto se ve, ya sea en platos, fuentes, lebrillos, orzas o vasijas.
Pero junto a esta colorista cerámica también suelen aparecer bastantes piezas de barro o cerámica más sencillas realizadas por los alfareros que todavía trabajan en la provincia. Pipos, cazuelas, ánforas o curiosos botijos con forma de gallo o pez llaman la atención de muchos turistas. Es la artesanía típica de puntos de la provincia como Purullena, Guadix o la costa de Granada.
Visita Granada Conmigo
Leave a Reply